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LA I DEA DEL DECRECIMIENTO: (2 ARTICULOS) Decrecimiento y Progreso // Decrecer o caer por el precipicio

La idea de decrecimiento como camino de progreso hacia el futuro. Incorporamos dos articulos que hablan sobre ese concepto.
Decrecimiento y Progreso // Decrecer o caer por el precipicio

Decrecimiento y Progreso
Escrito por Alberto Buela

07-01-2008 a las 12:27:07

Hemos sostenido en un artículo reciente que: "La idea de progreso, según nuestra opinión, tiene que estar vinculada a la idea de equilibrio de los efectos. Progreso en la medida en que las consecuencias o efectos del mismo se equilibran de tal forma que puedo realizar nuevos progresos sin anular los efectos del primero". (1)

Queremos ahora profundizar en la relación entre decrecimiento y progreso, pues nos encontramos con dos hechos indubitables y evidentes, pero que al mismo tiempo se presentan como contradictorios. Por un lado tenemos la acumulación masiva de datos que muestran el desquiciamiento de los ecosistemas planetarios y el deshilachado del tejido social de la naciones tanto pobres como opulentas. Y por otro, el ansia y la tendencia natural del hombre al progreso. ¿Cómo compaginar estos dos hechos irrecusables por evidentes?
Si bien la idea de decrecimiento fue manejada por el anarquismo clásico como los ludditas que destruían las máquinas al comienzo de la revolución industrial y reclamaban menos horas de trabajo para el estudio y la formación personal, esta idea fue enunciada por primera vez por el mejicano Ivan Illich por los años 60 cuyo apotegma fue: Vivir de otro modo para vivir mejor. A él le siguieron pensadores como Nicholas Georgescu y su propuesta de límites al crecimiento económico, Jacques Ellul que en 1981 proponía no más de dos horas de trabajo diario, para concluir en nuestros días con los trabajos del reconocido sociólogo Serge Latuche: Por una sociedad del decrecimiento (2004) y del ingeniero mejicano Miguel Valencia Mulkay: La apuesta por el decrecimiento (2007). Acaba en estos días de publicar el pensador Alain de Benoist Demain la décroissance. Penser l'écologie jusqu'a bout (Edite, 2007). Se parte de la base que el crecimiento económico por el crecimiento mismo lleva en sí el germen de su propia destrucción. El límite del crecimiento económico lo está dando el inminente colapso ecológico. Hoy desaparecen 200 especies vegetales y animales diariamente. De modo tal que el crecimiento económico comienza a encontrar límites ecológicos (el calentamiento de la tierra, el agujero de Ozono, el descongelamiento de los Polos, la desertificación del planeta, etc.)Es que la sociedad capitalista con su idea de crecimiento económico logró convencer a los agentes políticos, económicos y culturales que el crecimiento económico es la solución para todos los problemas. Así hoy el progresismo político ha rebautizado con los amables nombres de "ecodesarrollo", "desarrollo sustentable", "otro crecimiento", "ecoeficiencia", "crecimiento con rostro humano" y otros términos, que demuestran que este falso dios está moribundo. (2) A contrario sensu de esta tesis el inimputable de George Bush sostuvo el 14/2/2002 en Silver Spring ante las autoridades estadounidenses de meteorología que: "el crecimiento económico es la clave del progreso ecológico".En realidad el pensamiento ecológico se va transformando sin quererlo en subversivo al rechazarla tesis de que el motivo central de nuestro destino es aumentar la producción y el consumo. Esto es, aumentar el producto bruto interno-PBI de los Estado-nación. La idea de decrecimiento nos invita a huir del totalitarismo economicista, desarrollista y progresista, pues muestra que el crecimiento económico no es una necesidad natural del hombre y la sociedad, salvo la sociedad de consumo que ha hecho una elección por el crecimiento económico y que lo ha adoptado como mito fundador. El asunto es ¿cómo dejar de lado el objetivo insensato del crecimiento por el crecimiento cuando éste se topa con los límites de la biosfera que ponen en riesgo la vida misma del hombre sobre la tierra?. Y ahí, Serge Latuche tiene una respuesta casi genial: avanzar retrocediendo. (3) Es decir, seguir progresando desactivando paulatinamente esta bomba de tiempo que es la búsqueda del crecimiento económico si límites. Y para ello hay que comenzar por un cambio en la mentalidad del homo consumans como designó nuestro amigo Charles Champetier en el libro homónimo, al hombre de hoy.Sabemos de antemano que esto es muy difícil pues la sociedad mundial en su conjunto a adoptado la economía del crecimiento y vencer a los muchos se hace cuesta arriba, pues como afirmaba el viejo verso del romancero español: Vinieron los sarracenos Y nos molieron a palos, Que Dios protege a los malos Cuando son más que los buenos.El establecimiento de una sociedad del decrecimiento no quiere decir que se anule la idea de progreso (4) sino que se la entienda de otra manera, tal como propusimos al comienzo de este artículo. Hay que dejar de lado de una vez y para siempre la idea de progreso indefinido tan cara al pensamiento ilustrado de los últimos tres siglos. Porque sus consecuencias nos sumieron en este estado de riesgo vital que estamos viviendo hoy todos los hombres sin excepción.Debemos superar los aspectos nocivos de la modernidad en este campo, y sólo podemos hacerlo con una respuesta postmoderna que lleve un anclaje premoderno. Por ejemplo, rompiendo el círculo del trabajo para volver a trabajar intentando recuperar, no la pereza, como afirma Lafargue, ni la diversión como afirma Tinelli, sino el ocio= la scholé= la scholae= la escuela, esa capacidad tan profundamente humana y tan creativa que nos hace a los hombres personas.No es tan difícil reestablecer en economía el principio de reciprocidad de los cambios tanto entre los hombres en el intercambio de mercaderías como entre el hombre y la naturaleza, volviendo a pensar a la naturaleza como amiga. Ese principio de reciprocidad que morigere la salvaje ley de la oferta y al demanda.Si no lo hacemos se encargará con su fuerza interna de mostrárnoslo la propia realidad de las cosas, con la fuerza cruel que impone la pedagogía de las catástrofes.
Nota:
(1) Dos ideas distintas de progreso, en internet, octubre de 2007
(2) Miguel Valencia Mulkay: La apuesta por el decrecimiento (2007)
(3) Serge Latuche: Por una sociedad del decrecimiento (2004)
(4) Tampoco decrecer significa que se niegue el derecho a la vida, sobre todo de los pobres, como sostienen algunos eugenetistas y controladores de la natalidad. (*) Filósofo (mejor arkagueuta). Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos. Federación del papel. Escuela de Gobierno Pcia. de Bs.As.
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Decrecer o caer por el precipicio

Reproducimos un texto publicado en Xarxanet sobre el peligro de crecer sin medida y que alerta que, sobre todo en áreas como la urbanística, hay que asumir que los recursos son finitos y que “ya se han agotado hasta donde era prudente”.

Joana Díaz / Xarxanet * (26/09/2007)
En la metáfora clásica del crecimiento, se dice que no te puedes parar en la pendiente abrupta de la economía porque sino caes hacia abajo. El teórico del decrecimiento Serge Latouche dice que, ahora mismo, la pendiente ha llegado a lo alto y hace falta pararse porque después viene el agujero.La idea de decrecer tiene connotaciones de ciencia ficción, como aquello del increíble hombre menguante. Parece un concepto contranatura. La vida, en todas sus formas, se basa en la reproducción y el crecimiento. La obsesión de muchos padres es hacer crecer a sus hijos, darles proteínas, vitaminas e hidratos de carbono. Pero también de conocimientos, de experiencias y actividades.En química se habla de saturación de una muestra en referencia al estado a partir del cual no se puede continuar absorbiendo la sustancia añadida y ésta se precipita, es decir, se cae. Nuestra salud también cae cuando le suministramos demasiadas grasas que se precipitan en las paredes arteriales; la obesidad infantil en los países desarrollados ya es considerada por muchos como la caída a lo absurdo del sobrecrecimiento. Estamos en lo alto, en el estado de saturación. Pero como todavía se puede funcionar en un estado de sobresaturación, las corrientes que cuestionan el crecimiento son consideradas reaccionarias, minoritarias, ingenuas o, también, peligrosas.
De hecho, por ejemplo, en la web Decreixement.net se hace un llamamiento a la objeción del crecimiento, una forma de desobediencia colectiva contra el dictamen del pensamiento económico mayoritario. Esta es una buena web para introducirse en el concepto del decrecimiento, con artículos y referencias a algunos de los autores que más han trabajado la idea, entre otros el ya citado Serge Latouche. Quizás por las críticas que ha recibido su concepto, quizás por la misma maduración de la teoría, Latouche habla también de acrecimiento, una versión light del original en la cual se admitiría la posibilidad que no podemos ir atrás pero que, como mínimo, debemos hacer una parada y repensar los sistemas económicos actuales y su lógica. Suena a algo como ser vegetariano en un mundo que se engorda a base de proteína animal, pero aceptando los huevos, el pescado y la leche. Donde la teoría del acrecimiento (y del decrecimiento) se ve más clara es en el ámbito urbanístico. Parar el crecimiento significa asumir, primero, que los recursos son finitos y, segundo, que ya se han agotado hasta allá donde era prudente. ¿Quién fija y cómo se fija la prudencia en el crecimiento urbanístico? Hace años, en una entrevista preelectoral, Joan Clos explicaba que cuando visitaba escuelas preguntaba a los niños qué elegirían entre un piso urbano espacioso con una zona verde al lado o una casa ajardinada en una urbanización. La mayoría quería la casa. El modelo de ciudad compacta está en crisis. En la sociedad no se percibe de forma lo suficientemente clara las ventajas de modelos urbanos diversos, donde se integra vivienda, trabajo, comercio, ocio, educación y salud. Los precios de la vivienda y de los locales comerciales tampoco ayudan. La gente huye de los centros urbanos, aunque esto le cueste hasta cuatro horas o más al día de transporte en coche particular. El drama, además, es que esta migración no se produce únicamente de las grandes ciudades hacia sus conurbaciones, sino que pasa exactamente igual en pueblos medianos e incluso pequeños. En estos municipios, al precio de la vivienda se suma la especulación, por un lado, y la presión recaudatoria, por otro. La financiación en el ámbito local es fuertemente dependiente de los impuestos sobre bienes inmuebles y, por lo tanto, hace falta crecer. La prudencia se difumina porque el suelo urbanizable, supuestamente finito, se recalifica y los recursos para nuevos servicios e infrastructuras, también finitos, vuelven a recuperarse con los nuevos ingresos. ¿Quiénes fijan, entonces, la prudencia? Paradójicamente, hará falta buscar esta prudencia en la insumisión del crecimiento, en la indisciplina económica o la rebelión social contra el crecimiento desbocado que nos lleva hacia el precipicio.
(*) Xarxanet es un portal con varias áreas sobre el mundo del voluntariado en Catalunya, mantenidas por otras entidades del asociacionismo catalán. CanalSolidari.org mantiene el área de Cooperación y Derechos Humanos, junto a la Federación Catalana de ONGD. Más información:El portal Decreixement.net te invita a escuchar una entrevista a Serge Latouche (en catalán)

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